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Un poderoso analgésico de acción retardada.

EL ESTADO IMBÉCIL

Actualizado: 7 abr

La Ley al servicio de los malos


 

Por Pablo Laborde



Quien circule por el AMBA y sus adyacencias habrá advertido el pulular solapado de autos con chapa patente adulterada: tapada, raspada, doblada, borrada, con barro, “decorada” con tiritas rojas “contra la envidia”, con hojas de parra, con cinta aisladora, tapadita con la lucecita que debería iluminarla (que “justo” se rompió y cayó encima de letras clave). Y están también los autos que directamente carecen de patente. Es difícil estimar una proporción, pero es probable que circule con matrícula apócrifa o circule sin matrícula un veinte por ciento del parque automotor. Notable.


Se observan cada tanto algunos retenes de control, que suelen obstruir buena parte de la traza, pintando un cuadro dantesco en el que decenas de agentes ambarinos desarrollan una suerte de coreografía que consiste en obstruir aparatosamente y ralentizar aún más el flujo ya lento de la marcha, demorando a conductores que parecieran cumplir la generalidad de las normas viales; y que si no cumplen alguna, será por desidia u olvido, pero no por dolo: se ve por la tipología de los vehículos y por la actitud de los ocupantes que mayormente los retenidos son gente común, que no anda con un animus necandi. El brazo del Estado es implacable con esta gente, a la que obliga a costosas VTVs, le impone múltiples exigencias para la circulación, provee severas advertencias e incluso aplica onerosas multas. A cambio, ese mismo Estado ofrece rutas destrozadas, mal señalizadas y sin demarcar, peajes caros o inservibles (la barrera de TelePASE abonado en tiempo y forma no levanta en el 50% de las veces, los costos de la Ruta 2 son abusivos, etcétera), pobre o nula seguridad ante el delito en tránsito, y la frutilla del postre a la que alude esta nota: el riesgo latente de ser arrollado en plena General Paz por una Amarok V6 a 160 km/h que gatilla los focos amenazante y que —“casualmente”— carecerá de patente. Con estos piratas del asfalto el Estado es indulgente, o tiene la vista muy obesa.


Sin TelePASE pagás doble... Sin patente pasan doble
Sin TelePASE pagás doble... Sin patente pasan doble


Se prohíbe beber siquiera media pinta si se va a manejar, ¡y no está mal!, digo, en la medida en que semejante restricción a la libertad individual contribuya a la seguridad general. Pero todo es un blef, porque mientras se sobreactúan medidas represivas extremas con la gente que no delinque, y se prohíbe tomar una mísera copa de vino, ingesta que no alteraría en nada la capacidad de manejo, por un costado del retén —simbólico y literal— pasan decenas de facinerosos con la chapa patente adulterada, que anónimos y furtivos, realizan todo tipo de maniobras temerarias y arriesgan al resto con velocidades extremas, “finitos”, zigzags, “chupadas” y demás “hazañas” dignas de Rápido y Furioso.


pablo laborde

Podría considerarse una cuestión ajena al ciudadano común, al transeúnte, y destinada al arbitrio de las autoridades viales, de los agentes de control de tránsito, de la Policía, de los políticos. ¡Qué tiene que andar opinando un contribuyente común y corriente! ¡Vivir y dejar vivir! ¡No hay que mirar la paja en el ojo ajeno!


Y sí, es bastante confortante la filosofía doméstica del “no sea botón”, aquel arraigado concepto argento del que señalar lo malo y lo peligroso es ser un alcahuete. Ya se sabe, el argento es machito, no es un cagueta. El problema con esta “maravillosa” doctrina es que muere gente.


Algunos dicen falsear la chapa para eludir fotomultas injustas, esas trampas cazabobos de mero fin recaudatorio (que hay que decirlo, abundan); y es entendible, pero no es la manera: al Estado corrupto y delincuente hay que denunciarlo, no imitarlo.


Autos con chapa adulterada
Miles de vehículos circulan todos los días con chapa patente adulterada o inexistente

La connivencia del Estado, o el accionar imbécil del Estado —que es básicamente lo mismo—, o las cortinas de humo que suele descorrer la Política para soslayar su inacción, convierten la vía pública en un reservorio de granujas, fertilizan el campo para la proliferación de patógenos que infestan el vergel donde coexistimos.


Tal vez las prioridades consideradas por un simple mortal no sean las mismas que consideren los políticos —“que nos cuidan”— y prefieren poner la lupa y el dinero de todos nosotros en “lo importante”, como autobuses eléctricos conducidos sólo por mujeres (esa especie "infradotada" que "debe" privilegiarse), o en cursos de género y masculinidades, o en hormonas y cirugías de afirmación para “les niñes”, y no en prevención inteligente y en asistencia de la gente asaltada, acribillada, acuchillada, violada o aplastada en la calle.


Pero bueno, qué sabrá un simple mortal para andar molestando con estas cuestiones... ¿menores? Menores hasta que uno ve escapar rauda e impunemente a la Amarok V6 sin patente que acaba de incrustarse en la parte trasera del auto, justo ahí donde viajaba su perrito. O su bebé.


 


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